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@solitalo

Japoneses

-Cuando rasgamos el velo que nos impide apreciar en su superficie y su profundidad el ambivalente espectáculo del mundo no nos sentimos ni en el cielo ni en el infierno.

-Nos sentimos en la tierra.

-En la tierra sin más, en la tierra de siempre. ¿En el paraíso terrenal?

-Depende del ángulo desde el que se mire. Lo que sí parece cierto que cuando rasgamos ese velo empezamos a vivir. Y yo no me atrevo a identificar la vida con el paraíso. Tampoco con el infierno. La identifico con la tierra. La vida es el tesoro de la tierra más que el tesoro del cielo, maestro Tozán.

-Sí, te doy la razón, amigo. Se rasga el velo de Maya y empezamos a vivir. Pero… ¿qué hacemos hasta llegar a ese momento?

-Mal teatro. Malas comedias, pésimos dramas, lamentables tragedias. Ay amigo, hasta que no rasgamos ese velo sólo nos dedicamos al vergonzoso ejercicio del patetismo. ¿Dónde está el vino que nos trajo Tomijuro?

-Nos lo hemos bebido mientras contemplábamos la luna reflejándose en el lago y escuchábamos al viento agitando los bambúes y bla, bla, bla… Pero, ¿qué te voy a contar que ya no sepas? Se rasga el velo de Maya, se rasga el velo de Maya y aparecen los dos soles…

-Y aparecen los dos soles: uno ilumina lo visible y el otro el fondo de todos los abismos…

-Uno lo vivible y otro el fondo, y otro el fondo, y el otro el fondo…

-…de todos los abismos. ¿Lo repetimos al unísono?

-Vale.

-Se rasga el velo de Maya, se rasga el velo de Maya y aparecen los dos soles, uno ilumina lo visible, y el otro el fondo de todos los abismos. Se rasga el velo de Maya, se rasga el velo de Maya y por primera vez la vida parece trasparente. Se rasga el velo de Maya, se rasga el velo de Maya y volvemos a nacer sin haber pasado exactamente por la muerte.

Tomado de: clubcultura.com