¿Por qué los humanos la mayoría del tiempo, se dirigen al Señor? Para que Él arregle sus asuntos, para que satisfaga sus deseos. ¿Hasta cuándo van a estar comportándose como niños exigentes y caprichosos? ¿Cuándo comprenderán, por el contrario, que deben pedirle cómo cumplir su voluntad, cómo ponerse a su servicio, cómo poder participar en su trabajo?
Quizás el Señor también necesite cabezas y brazos…Así pues, he aquí las oraciones que desde ahora deben dirigirle al Señor: «Señor, Tú ya me has dado tanto y muy generosamente. Yo no te pido nada, sólo te suplico que me pongas a tu servicio, que me permitas participar en tu trabajo». En ese momento ¡qué alegría van a darle al Señor y a sus ángeles! En medio de las multitudes que piden que todo el Cielo se movilice para satisfacer sus necesidades egoístas, percibirán las señales luminosas que ustedes les envían, y dirán: » Por fin, he aquí un ser que ha comprendido, recibámoslo entre nosotros».
Omraam Mikhaël Aïvanhov