@solitalo

Amados Míos, la belleza y perfección de esos magníficos Templos de Llama Violeta, ángeles y majestuosos ceremoniales de la Séptima Esfera, pueden fácilmente captar la atención del alma más diligente, aún más porque éste es el primer contacto con la perfección de las Siete Esferas Divinas que se contacta en el viaje hacia arriba.

Vino luego la gloria de la Sexta Esfera (actividades de Ministración y Paz). Aquí experimenté una gran prueba, ya que Mi corazón era el de un misione¬ro, y Mi deseo consistía en ministrar a la gente. En esta esfera, vi los grandes ángeles y actividades de Ministración en acción, descargando los poderosos Rayos sanadores, bendiciones y asistencia de toda índole y descripción a todo aquel en la Tierra que requiriese de tal ayuda. He de confesar que aquí pensé: «Sí, este es mi lugar». Sin embargo, algo en Mi interior seguía diciendo: «¡Anda, prosigue hacia el Corazón de la Verdad!»

Luego, cuando entré a la Quinta Esfera en la que se encuentra la Llama de la Verdad Divina, pensé: «¡He aquí la Verdad que deseo, y esta es la esfera en la que habré de quedarme! Aprenderé todo lo que hay aquí y lo llevaré de vuelta a los hombres.» Una vez más, algo dentro de Mi corazón me exhortó a proseguir, y entré a la Cuarta Esfera.

En esta Cuarta Esfera de Pureza Divina, pude ver a los magníficos Seres Cósmicos, Maestros Ascendidos, Serafines, Querubines y Ángeles de Pureza en acción, y a medida que tal perfección se manifestaba frente a mí, experimenté de nuevo Mi convicción personal de que ESA tenía que ser la Esfera última. Sin embargo, desde adentro se me aseguró que no era así, exhortándome la «voz interior» a seguir adelante.

Luego, en este viaje hacia arriba, al entrar a la Tercera Esfera, encontré que era la del más poderoso Amor Divino, ese Amor Divino que, por supuesto, es la verdadera Naturaleza de la mismísima Deidad, así como también de Mí y de cada corriente de vida que Dios ha creado; ese Amor Divino que todos eran, y conocían y tuvieron con el Padre «antes de que el mundo existiera». Al llegar a este punto, pensé: «¡Vaya, en verdad el Amor Divino es lo último!» Pero aquí, de nuevo, algo dentro de mí dijo: «¡Sigue adelante!»

Proseguí a la Segunda Esfera, donde trabajan los Maestros Ascendidos instructores y educadores, y he de confesar que hice una breve pausa aquí. Verán, enseñar había sido Mi profesión durante mucho tiempo. Allí visité los templos y escuché bien a los Grandes Seres, quienes estaban preparando instrucción y asistencia diversa para las religiones aceptadas y servidas por los diversos pueblos de la Tierra. Aquí llegué a pensar: «¡Quizás este es mi lugar, y lo he encontrado finalmente!» No obstante, algo en Mi interior seguía diciendo: «¡No, sigue adelante!»

Luego, después de haber pasado por el Ámbito de los Maestros, finalmente avancé a la Primera Esfera, la Esfera de la Ideación en la que se crean y descargan la Llama Azul y el Rayo Azul de Poder. Aquí, en la tremenda velocidad y poder de actividad que tiene lugar constantemente, al yo entrar a esta conciencia acelerada, al principio pensé que «había sobrestimado mi blanco», y sentí que, quizás, debería haber permanecido en la Tercera Esfera de Amor Divino. En esta Primera Esfera no me resultaba tan fácil sostener mi conciencia equilibrada en este movimiento acelerado de energía. Allí, los Poderosos Hércules y Amazonas (Elohim del Primer Rayo y Su complemento Divino) y otros de los que sirven en este Rayo, iban a toda velocidad de un lado para el otro en servicio tan rápido que me resultaba difícil saber precisamente qué estaban haciendo en ese momento. Sin embargo, la luz dentro de Mí dijo: «¡Si vas más allá de esta Esfera, ENCONTRARAS LA VERDAD!»

De manera que acopiando toda la fuerza espiritual que pude, con tanta dignidad como me fue posible, en la presencia del Fuego en constante destello de los amados Hércules y Amazonas, del Arcángel Miguel y del Poderoso Morya, seguí adelante.

Finalmente, tal cual les dije anteriormente… ¡llegué a la presencia celestial de nuestro Dios-Padre-Madre! Tan brillante era Su Luz, tan amorosos eran Sus corazones, tan magnífica era Su Paz y Su Poder, que no me quedó más que postrarme frente a Ellos. Luego, en esa tremenda y amorosa gracia que Ellos tienen, me indicaron que me levantara y, dándome Sus bendiciones personales así como las de todos los que habitaban en Su esfera, Me permitieron plena libertad para disfrutar de las maravillas de Perfección que podían experimentarse allí. En este corazón del Altísimo, disfruté del sentimiento de unicidad con mi Creador tal cual ustedes lo experimentarán algún día cuando hayan terminado su curso y, en la victoria de su Ascensión, se hagan uno por siempre con su propia Presencia Electrónica «YO SOY». Sin embargo, en su caso, habrán llegado de manera permanente a su hogar eterno… «¡para no salir nunca más!»

Diario de El Puente a la Libertad – Gautama – Maitreya», cap.5, Serapis Bey Editores S.A. Panamá