@solitalo

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Para mi Pau, mi maestro lemuriano, cuyas memorias despiertan en su maestría más pura y absoluta…te amo. Solange

Nuestra bella Sinlin, ha vuelto a recibir una bellísima transmisión -esta vez de la mano de mi amado Abuelo Arloán, el custodio de la Sabiduría Ancestral Lemuriana- sobre cómo eran los niños lemurianos.

Gracias Sinlin, porque siento que a través de ti, nos vamos a ir abriendo poco a poco al recuerdo de la vida en la Antigua Lemuria, esa que nos hace llorar emocionados cuando la recordamos a través de estas bellas transmisiones que nos estás haciendo, porque la llevamos ‘a fuego’ en nuestros corazones, y la añoramos profundamente, porque sabemos que esa vida ha existido aquí en la Tierra, y lo que es mejor, ahora estamos invitados a volver a ella, y tenemos TODAS las ayudas para conseguirlo.

I

Los niños lemurianos

“De una pureza como el unicornio”

Así empecé a recibir del abuelito Arloan, el “Anciano de los Días”, un mensaje muy lindo sobre los niños Lemurianos.

Arloan: Hola Sinlin, ¿me permites que te hable de los niños Lemurianos?

Sinlin: Claro que si abuelito, ¡¡¡adelante!!!.

Arloan: A los niños Lemurianos, de forma cariñosa, les decíamos los ‘niños unicornio’, por la pureza con que llegaban estos seres.

Seres portentosos que desde muy pequeños sabían quiénes eran, nacían sabiéndolo, eran conscientes de sí mismos y de sus dones.

Los niños en la Lemuria eran amados y cuidados por “todos”, allí no había diferencias. Cuando una pareja Lemuriana decidía tener un hijo, esto se hacía en comunión con la esencia que portaría este ser, es decir, los padres junto con la esencia superior o más excelsa de ese niño o niña por nacer.

Esto es maravilloso, porque se hacía de una forma consciente; ya se tenía claro la esencia que portaría, su don, su sexo, ¡qué belleza!, todo era así en la Lemuria, cuando era una sociedad floreciente.
Cuando nacía un bebé, era una celebración, un regocijo, porque se reconocía lo que este ser aportaría a la comunidad.

Desde pequeños, se educaban primero en su hogar y luego en nuestras escuelas Lemurianas, para que aprendieran a sostener y contener su energía, y a potenciarla según el caso.

No era necesario enseñarles a convivir en armonía con todos los reinos, aunque si se les recalcaba, porque ellos nacían en un entorno en comunión con todos los reinos y desde que eran bebes, convivían con ellos, les reconocían como consciencias que son.

Era hermoso ver a los pequeños en los jardines jugando con hadas, duendes, gnomos y todos los demás seres que nos acompañaban, los niños los veían y los trataban como iguales.

La vida en nuestra amada Lemuria ha sido muy hermosa y pacífica y sé que la Nueva Lemuria llegará con esa misma fuerza pacífica y de comunión entre todos.

Sinlin: Así será, abuelito Arloan, así será. Muchas gracias por este bello mensaje.

II

Rowina: Los niños nos muestran el camino, son los que preservan en ellos la pureza y la inocencia que necesitamos para elevar en conciencia y de forma concreta, la Nueva Lemuria, la Cultura de la Diosa, que supone vivir en la Verdad y el Amor, en comunión perfecta con todos los seres humanos y con todos los reinos, que también sostienen esa Verdad Amor, como base fundamental en sus vidas.

He aquí un cuento de un Unicornio y una niña para hacernos reflexionar y no solo reflexionar, sino ayudarnos a darnos cuenta de la importancia de tomar una decisión en firme por la Verdad y el Amor y sostenerla con hechos concretos en nuestras vidas. ¡Los tiempos nos invitan a ello, si es que queremos permanecer en esta bella Gaia, la Perla Azul Pleyadiana que está volviendo ella misma a la Verdad/Amor y haciéndolo, ella la primera, nos invita a todas las conciencias que la habitamos, a hacer lo mismo.

El cuento del Unicornio

Se cuenta que un unicornio que vivía en el cielo, quiso conocer al ser humano, pidió permiso a su rey unicornio, pero el rey le dijo:

Por qué quieres conocer al ser humano, si sabes que no son dignos de ser tratados por no ser puros de mente y corazón, si tu le das amistad te traicionan.

El curioso unicornio le contestó:

Mi rey, le pido disculpas pero no pienso igual, quiero ir a la Tierra y ver si todavía hay gente de buen corazón.

Está bien, ¡ve! pero cuida que no te vean, pues trataran de cazarte, porque el ser humano es muy destructivo, y no tienen sentimientos de bondad.

El unicornio dio las gracias a su rey y tomo el camino hacia la Tierra, el camino era un Arco Iris de colores bellos, con flores a sus costados, tardo varios días con sus noches en llegar a Tierra.

Una vez que llegó el unicornio se ocultó en el bosque, desde allí vio como los hombres cazaban a los animales solo por diversión. Los animales, asustados con la presencia del hombre, corrían a esconderse pero eran pocos los que lo lograban, el unicornio derramo lágrimas de tristeza al comprobar que lo dicho por su rey era cierto.

Así pasaron varios días sin saber qué hacer, el unicornio no quería regresar derrotado al cielo.

Una tarde que tenia sed, se fue a beber agua de un rio que pasaba por el bosque, y se fijó en una niña que jugaba con su perro en la orilla. La vio tan dulce y amorosa con el animal, que no dudó en salir e ir al lado de la niña. Ésta, con asombro, lo miró y se acercó sin malicia alguna al unicornio, lo acarició suavemente.

El unicornio la contemplaba con dulzura, sin saber si se asustaría si él hablaba con ella, por lo pronto decidió callar. Así estuvieron por largo rato, hasta que el unicornio bebió el agua y se alejó silenciosamente mientras la niña le decía adiós con su manita en el aire mientras le decía:

Ven mañana que yo vendré a verte.

Al día siguiente el unicornio, ansioso, se fue al río más temprano para poder ver a la niña, ella ya le estaba esperando, así pasaron días y meses hasta que el unicornio decidió romper el silencio y le dijo a la niña:

Dime tu nombre, preciosa niña.

La niña, sorprendida pero no asustada, le contestó:

Mi nombre es Yasmin, dime ¿cómo es que hablas, si ningún animal tiene el don de hablar?

Mi niña yo no soy cualquier animal, soy un unicornio que vengo del cielo a ver si existen personas con el corazón puro y bueno.

La niña y el unicornio se hicieron amigos, jugaban por las orillas del río, pero el unicornio tenía que regresar al cielo y se despidió de la niña:

Tengo que regresar al cielo, te llevaré en mi recuerdo, cuando me necesites solo piensa en mí con la pureza de tu mente y corazón, y vendré al instante.

La niña se despidió y se quedó llorando, en compañía de su perro. Siempre pensaba en el unicornio. Un día contó a sus padres todo lo que había hecho con su perrito y el unicornio.

Sus padres pensaron que tenía fiebre, llamaron a un doctor, el doctor les dijo que le faltaba cariño y que el unicornio era invento de su mente por la soledad, les recomendó que la niña tuviera amiguitos de su edad.

Los padres de Yasmin decidieron mandarla al colegio, así al año siguiente la niña empezó a ir a un colegio grande y hermoso, con un jardín inmenso, pero a pesar de los compañeros de estudio, ella se sentía sola, porque todos se burlaban de ella, la creían loca por contar que tenía un amigo unicornio.

Su tristeza la iba consumiendo, así un día, su pensamiento en el unicornio fue tan intenso que llego al corazón del unicornio, y él inmediatamente se puso en camino para ver a Yasmin. Se fue al río y no estaba la niña, comenzó a concentrarse en ella llamándola. Yasmin sintió su llamada y se fue al río con su perrito, la dicha fue grande al encontrarse los dos, ella le contó lo que pasaba y el dijo:

No tengas pena, mañana estaré en el jardín de tu colegio, procura llevar a todos los niños, pero no dejes que un adulto este allí, porque si es así no me verán.

Yasmin hizo lo que le dijo el unicornio, todos los niños la siguieron para burlarse de ella pero al llegar al jardín encontraron un hermoso unicornio y vieron como la niña iba corriendo a acariciar a su amigo, el unicornio le dijo a la niña:

Súbete a mi lomo, que te daré un paseo.

Yasmin subió, se fueron a pasear por el jardín, los demás niños la seguían admirados y felices de ver algo tan bello. Después del paseo, el unicornio se despidió y regreso al cielo, desde entonces a Yasmin se la veía rodeada de amigos que la admiraban por ser amiga de un unicornio.

En cuanto al unicornio, cuando regresó se fue a contar al rey lo sucedido y a demostrarle que había gente pura de mente y de corazón.

El rey le dijo:

«Sí, los niños son lo que dices, los niños son niños, ¡pero dime! ¿Encontraste a algún adulto con esa pureza y nobleza en mente y corazón?»

El unicornio se quedó pensando, creo que hasta ahora sigue pensando.

Y tú que dices, querido lector ¿hay o no adultos así? ¿Tú querrías ser un adulto de mente y corazón nobles y puros? Si es que sí, ¡ponte a lograrlo!

Ana Salazar
lapuertadelarcoiris.ning.com