@solitalo

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“Me declaro culpable”
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Cada experiencia que llega a nuestra vida lleva implícita su propio aprendizaje, nada nos ocurre casualmente: la realidad de lo que acontece en nuestra vida es un espejo de lo que sucede en nuestro interior.

Igual que cada síntoma o enfermedad está íntimamente ligado a un conflicto emocional para el que, en el momento en que se produjo, no se encontró una solución satisfactoria, podemos decir que los accidentes llegan a nuestra vida en el momento preciso y con una enseñanza encriptada. ¿Por qué si no hay personas que parecieran llevar impreso en sus genes una inequívoca “atracción” por los accidentes, de la misma manera que otras jamás se hacen un rasguño?

Nuestro Ser (=maestro interno) encuentra en el accidente y la enfermedad la única manera posible de hacernos llegar un importante mensaje cuando, a pesar de haberlo intentado, no ha podido llevarlo a cabo por otros medios “menos dolorosos”.

Pero tendemos a hacernos preguntas que nos alejan de la respuesta como “¿por qué me ha sucedido esto?“, “¿por qué de esta manera?“, “¿por qué estas repercusiones?”… Los “¿por qués?” siempre me llevan hacia el exterior, siendo que la única respuesta válida la voy a encontrar dentro de mí cuando me cuestione el “¿para qué?”… “¿para qué me sirve lo que estoy viviendo?”.

Se trata de asumir nuestra responsabilidad de todo lo que nos sucede, buscando dentro de nosotros la causa de que esto sea así. Para encontrar el significado del accidente tenemos que observar lo más honestamente posible su proceso y las situaciones que vivimos como problemáticas en ese preciso instante.

Accidentes domésticos y laborales

Los accidentes domésticos y laborales son los que se dan en mayor porcentaje: quemaduras, cortes, golpes… Si en el instante en que se producen pasamos a ser observadores de lo ocurrido minimizaremos sus efectos.

Se trata de analizar los factores que van a guiarnos, con auténtica precisión, hacia la causa (=preocupación, culpa) que ha dado lugar al efecto en cuestión (=accidente). Estas son algunas de las preguntas que podemos hacernos:

¿Con que utensilio me he dañado específicamente?
¿Qué parte de mi cuerpo se ha visto afectada?
¿Hay inflamación (=rabia), sangre (=familia), fractura (=necesidad de ser más flexible), dolor físico (=dolor emocional)?
¿Hasta qué punto me imposibilita lo sucedido?
¿A qué me obliga la nueva situación?
¿Dónde estaba mi pensamiento (=hacia qué o hacia quién)?
¿Considero que he hecho “algo mal”, me siento culpable y ahora “necesito” un castigo?
Parece de locos, pero así funcionamos. Llevamos una creencia arraigada desde hace miles de años que nos lleva a creer que cada vez que hacemos lo que no debemos o no podemos, o en base a unos baremos intangibles no hacemos bien aquello que se espera de nosotros, nos sentimos culpables… ¡¡y el culpable debe ser castigado!!.

¿Y quién es el más severo de los jueces y el más cruel de los verdugos?

¿Hace falta una respuesta?

Un accidente es la forma enmascarada de hacerlo, ya que a través de él nos autoimponemos el castigo e invalidamos la culpabilidad. En consulta trato los accidentes igual que cualquier enfermedad: como acompañante escucho lo que el cliente me dice entre líneas, muchas veces sin el uso de las palabras y siempre con el cuerpo, para saber lo que realmente le aqueja y así poder mostrarle la relación entre su estado emocional y lo sucedido, que le conducirá al acto de tomar conciencia y por tanto a la sanación.

En esta ocasión vamos a ver cómo preparar un antiséptico natural, con ingredientes fáciles de conseguir y de manera sencilla.  Para esos casos en los que nos hacemos una herida o contusión, sea por la práctica deportiva, accidentes laborales, o domésticos.  Los niños son los más proclives a rasguñarse con suma facilidad, por su actividad constante.  Para ellos:

Accidentes de tráfico

En primer lugar me gustaría señalar que para la interpretación de este tipo de accidentes, aparte de las zonas del cuerpo que se vean afectadas hemos de considerar también cuáles son las partes del vehículo dañadas, puesto que para nuestro inconsciente éste simboliza nuestro cuerpo: los cristales vienen a ser nuestros ojos (cristal delantero mi proyección hacia el futuro, el trasero y los espejos retrovisores mi mirada hacia el pasado), las ruedas traseras están relacionadas con las piernas y las delanteras con los brazos, el embrague con el cambio de marcha (=de ritmo en mi vida)… y así prosigo la lectura en base a la función de cada pieza del vehículo.

También es importante a tener en cuenta cómo se ha producido el accidente, por ejemplo, si alguien me embiste con su coche puedo preguntarme “¿a quién estoy dejando pasar por encima mía?” (=¿dónde no me estoy respetando?) o “¿quién siento que se está aproximando peligrosamente a mí?”; si es al contrario y soy yo el que embisto a otro vehículo la pregunta podría ser “¿a quién estoy retirando violentamente de mi vida?” o “¿realmente es necesario pasar sobre otro para continuar mi camino?”; en el caso de que no pueda controlar mi coche, “¿dónde siento que estoy perdiendo el control de mi vida?” o “¿qué aspecto de mí quiero pero no puedo controlar?”; si el accidente se ha producido por ir a demasiada velocidad me he de cuestionar “¿qué situación me está incomodando y quiero dejar atrás?”, “¿qué no quiero ver de lo que me está sucediendo?” (=si voy rápido evito verlo)…

51 Casos de estudio de investigación de accidentes - Prevencionar, tu portal sobre prevención de riesgos laborales.:

Reflexiones

Todos los accidentes son una invitación a que pares para así poder considerar en el “qué” y sobretodo en el “cómo” estás viviendo:

¿Dónde estás priorizando la voluntad de los otros a la tuya propia?
¿Dónde no te estás respetando y valorando?
¿Te sientes incapaz de decir “NO” a la autoridad o de rebelarte contra ella sin necesidad de usar la agresividad? ¿Es por ello que te la guardas y la vuelcas hacia ti mismo?
¿Tiene para ti el accidente algún beneficio secundario?
¿Es esta la única forma en la que te permites pedir ayuda?
¿Te sientes falto de afecto o de mimos? ¿Puede ser el accidente una manera de poder recibirlos?
¿Necesitas llevar hacia ti las miradas de atención?
¿Quién se va a ocupar de curarte las heridas?
¿Anhelas un descanso que no llega?
¿Hay algún aspecto de tu vida que deseas transformar y al mismo tiempo te resistes a hacerlo? ¿Qué cambio (=miedo) implica esta modificación?
¿Te sientes culpable por un daño que piensas que has ocasionado o que en algún momento tuviste la intención de hacerlo?
¿El dolor físico se te hace más soportable que el dolor emocional?

Recuerda que…

Vienes a experimentar a través de tus emociones y son estas las que tiñen el decorado de cada situación.

La única manera de que los demás te respeten y te valoren es desde el propio valor y respeto hacia ti mismo.

La agresividad muestra el miedo irracional que sentimos ante una frustración cuando nos vemos incapacitados de manejarla de una manera saludable.

Cuando creemos que la violencia es la vía para dar solución a nuestros problemas, nos convertimos en un imán que atrae la agresividad hacia nuestra vida.
Cuando rechazas algo de lo que te sucede estás condenado a vivirlo una y otra vez, por lo que es fundamental aceptar e integrar aquello que cada experiencia te viene a decir.

No existen los errores, sino los aprendizajes: cuando ya sabes que es lo que debes hacer y lo haces no hay necesidad de que vuelva a repetirse.

Simbolismo de los accidentes y suicidios

Para terminar y a título complementario, jugando con el simbolismo de los accidentes (y suicidios) os traigo algunos ejemplos de su significado que devienen del estudio del siempre cercano y querido Alejandro Jodorowsky, así como algunas de sus pautas a seguir:

Ahogado: Problema emocional con la madre.
Sobredosis de píldoras: Conflicto con el lado femenino.
Tiro en la cabeza: Problemas con el padre.
Atropello de un tren: Sufre la agresividad del padre.
Caer de una altura: Sufre los conflictos entre el padre y la madre.
Caídas “tontas”: Llamadas de atención para que analicemos con un mayor nivel de consciencia los “pasos” que damos.
Ahorcarse: Problemas infantiles con la madre.
Tiro en la boca: Conflicto con el padre por lo no expresado.
Disparo en el corazón: No sentirse amado.
Cortarse las venas: Posible nudo homosexual con la madre/ padre.
Tirarse o caerse a un pozo: Deseo de retorno al útero materno.
Electrocutarse: Invasión del padre.
Quemarse: Represión de la rabia en el interior.

¿Qué pautas se pueden seguir respecto a los accidentes?

A) Si el accidente ya ocurrió, hay que intentar leer su mensaje, para elevar a la consciencia el mensaje sanador que con él nos llega.

B) Si tememos tener un accidente o alguien nos maldice o nos vaticina que lo tendremos, el cerebro se programará para que suceda y lo atraeremos sin querer. En estos casos es mejor realizarlo de manera metafórica: el inconsciente entiende la metáfora y es como si ya se hubiese cumplido lo que tememos o lo que “debía” de pasar.

C) Para evitar accidentes:

-Cambiar culpabilidad por responsabilidad.
-No juzgarnos.
-Canalizar la rabia y la agresividad hacia nosotros mismos con grandes dosis de -creatividad.
-Canalizar la agresividad y la rabia hacia los otros mediante la confrontación.

La virtud a desarrollar es ser benevolente, compasivo y tierno con la única persona que va a acompañarme durante toda la vida… y ese alguien ERES TÚ.

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