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@solitalo

-¡Vamos, estúpido! ¡muévete!
Un automovilista a otro.

1. Despertando el monstruo que todos tenemos dentro

Los agresivos son personas difíciles, complicadas, seres que minuto a minuto obstaculizan nuestra existencia, que pareciera encuentran placer en hacernos difícil la convivencia o nuestro trabajo.

Sus contestaciones filosas y agudas nos sorprenden, nos dejan mudos, «sin palabras.» Establecer una comunicación con este tipo de gente nos deparará tener que controlar nuestros más bajos instintos.

Estoy totalmente seguro de que al leer estas líneas algún nombre ya tendrás en mente: un jefe, un padre, un familiar, un amigo, una pareja. Los agresivos son seres cuya violencia verbal fluye a través de sus poros, produciendo un desgaste impresionante a quien debe tratar con ellos.

¿Cuánta energía extra consumimos al detenernos a pensar cuestiones tales como: «¿Cómo se levantará hoy?, ¿tendremos un día de paz o de guerra?, ¿estará de buen ánimo o nos arruinará el día?»

Y así es como muchas veces vivimos dependiendo de las emociones ajenas, sujetando nuestro bienestar al humor y al trato que los otros quieran darnos. Protagonizamos continuos intercambios verbales que nos llevan a pensar qué es lo que debemos decir y cómo y qué debemos hacer y qué no, para evitar despertar al «monstruo» que esta violencia del otro guarda dentro de sí misma.

Las personas que sufren de incontinencia verbal tienen dentro de su vocabulario una palabra a la que aman y es «no». Digas lo que digas, por más que propongas una idea de oro, esta persona te dirá «no».

Lo peor es que cuando esto sucede, sin darnos cuenta, terminamos preguntándonos qué habremos hecho mal o qué hubiera pasado si hubiésemos actuado de tal o cual forma, en vez de ser la persona violenta quien si replantea
la forma de vincularse con los otros.

 «Las palabras son como las abejas: tienen miel y aguijón.»

Características del violento verbal:
• El agresivo verbal es mordaz, intimidante, ofensivo: sin importar cuál sea el tema sobre el que se esté expresando, su objetivo será despertar el miedo y la intimidación de los otros, asegurándose así poder y autoridad, dominio o facultad que no sabe transmitir de otra forma. Su propia inseguridad es la que le impide establecer vínculos sanos y relaciones interpersonales prósperas.
• Es sarcástico e iracundo: despliega la artillería más pesada que tiene en su discurso y, cuando lo hace, tú piensas: «¿Todo ésto estaba dentro de este hombre o de esta mujer?» Su boca es manantial pero no de aguas cálidas y mansas, sino de agresión y acoso verbal, capaz de revertir en un segundo la paz y la tranquilidad en la que estabas, para meterte en medio de un campo de batalla.

Ejercerá su poder a partir de:
• Los gritos
• La incontinencia verbal
• Los malos tratos
• La desvalorización continua de sus semejantes

El agresivo verbal tendrá como objetivo hacerte sentir poca cosa, incapaz, débil e inseguro. Su fin es que creas que él sabe todo y que, además de saber más, tiene la capacidad y la autoridad para llevar a cabo lo que se proponga. Lo más probable es que personas como tú, en un intento desmedido por mantener la calma y no perder el control, dado que no te gustan los enfrentamientos, cedan, para evitar más confrontaciones haciéndose cargo de cada palabra y de cada hecho aunque no les competa.

Los monólogos internos que en reiteradas oportunidades repiten aquellos que son receptores de esta violencia verbal son del tipo: «¿Qué hice para que él o ella me tratara así?»

La respuesta es:
Tú no hiciste nada. Hagas o no hagas, el violento verbal siempre encontrará motivos para discutir y establecer conflictos.
Lo que sí es importante, en medio de tantas preguntas, es que puedas darte cuenta de que este bombardeo verbal no puede ni debe dañar, ni debilitar, tu estima, ni alterar tu propósito.

El objetivo de este capítulo ‘ es que puedas encontrar las herramientas para ser libre de la violencia verbal, del maltrato y de la manipulación que cada una de las palabras pueden ejercer sobre tu identidad y tus emociones.

2. De qué hablamos cuando hablamos de violencia verbal

Distingamos, para comenzar, los rasgos específicos de un»violento verbal»:
• Iracundo
• Agresivo
• Manipulador
• Ambivalente
• Inestable
• Sarcástico

Todo lo que te diga, hasta una adulación, la hará en tono irónico. Si le preguntas qué le pareció el trabajo que hiciste, es probable que te responda: «Está bien, pero daba para mucho más; hubieras puesto esto, aquello, etc., etc.,
etc.»
Si está buscando algo en su casa y no lo encuentra, no preguntará dónde está lo que le falta, sino que dirá: «¿Quién guardó mis notas?, ¡son todos unos inútiles! ¡ les tengo prohibido que me toquen mis papeles!»
Por norma, emite mensajes confusos y conversaciones difíciles de sostener. Un día te ama y al otro instante te odia. En un determinado momento podrá decirte que eres la mejor persona y la única con quien puede contar, y al segundo tratarte de inservible e incapaz. Y así es como frente a esta dualidad, el manipulador te desestabiliza y te hace dudar acerca de tus emociones hacia él, haciéndote perder el control de la situación: un día lo amas y al otro no lo entiendes.

Entretanto, olvidas cuáles son los objetivos y las metas hacia las cuales estás enfocado, y te concentras en la persona violenta: en lo único que piensas es en cómo hablarle, en cómo presentarte ante ella; tal vez hasta prepares con anticipación el discurso que le darás, elucubrando las posibles respuestas pero ¡atención! Si lo haces, perderás de vista lo importante: el trabajo a hacer.

Desde este lugar, desenfocada tu visión, tu meta se transforma en qué hacer y qué no para no despertar su ira. Buscarás las mil y una formas posibles de poder caerle en gracia, intentando ser aceptado, sin saber que hagas lo que hagas su conducta será cambiante e irritable.

Es muy difícil, en medio de un ámbito de violencia verbal permanente, lograr una comunicación y vínculos sanos. En estas situaciones, cada uno intenta resguardarse a sí mismo, no sabiendo en quién se puede confiar; quienes padecen estas circunstancias sólo se concentran en deducir qué es lo que se debe decir y qué es lo que se debe callar.

• El objetivo del «violento verbal» siempre será confundirnos,hacer pasar lo normal por anormal y viceversa.

• Tratará por todos los medios de intimidar tu accionar y coartar tus expresiones.

El conoce muy bien el impacto de sus manipulaciones y registra a la perfección el efecto de sus gritos. Sabe que con su violencia logrará intimidarte, despertando ese miedo que te hace querer encerrarte en ti mismo. Desde esa posición, todo lo que piensas no podrá ser verbalizado, y tus emociones, junto con tus palabras, quedarán arraigadas dentro de tu boca y suspendidas en tus sentimientos.

Por un instante, imagínate a ti mismo como la víctima de esta agresión: Suponte que estás editando una nota para un programa de televisión que necesita salir al aire en una hora, y que, de repente, tu jefe, desde la redacción, comienza a gritar:
«¡Pero cómo que aún estás editando estas imágenes, eres un inútil, en qué estás pensando! No sé quien te contrató, si fuera por mí ya estarías despedido. Eres totalmente incompetente para esta tarea. A ti y a tus compañeros todo les da lo mismo, son unos ineptos.»

En medio de un clima así, de agresión y maltrato, es común estar a la defensiva o responder también con violencia. Lo peor es que la agresión verbal no sólo nos hace sentir incómodos, sino que logra su objetivo: desenfocarnos de la meta, y así es como nos preocupamos más por el tono de voz con el que se nos habla que por el trabajo a hacer que está por delante.

Todo éste es tiempo perdido tratando de buscar una justificación o una interpretación para la agresión o el maltrato. Si por un instante dejásemos de lado nuestro vano intento por tratar de entender el origen de este trato, podríamos entonces enfocarnos en lo que sí nos compete: cómo nos vamos a relacionar con esta persona.

Claves para tratar con un violento verbal

• Ten en cuenta que la persona violenta siempre estará a la defensiva de cualquier gesto o palabra que te atrevas a responderle.
• Recuerda que la persona violenta sabe que no es querida ni aceptada; es por ello que tratará de demostrar su enojo y su resentimiento llamando tu atención con ira, maltrato y violencia verbal e incluso física.
• Mantente alerta: el violento verbal intentará por todos los medios hacerte parte de la discusión; usará ciento y una estrategias para desbordar tu nivel de paciencia. El iracundo esperará «ira» como respuesta.
• No te sorprendas: la mayoría de los violentos verbales tendrán su visión personal de los hechos y, ante cualquier cuestionamiento por tu parte, te dirán: «A mí nadie me dice lo que tengo que hacer, yo tengo mi visión.»

Ambivalentes y cambiantes en todas sus relaciones, pueden ser tus amigos mientras le sirvas para su objetivo, pero en cuanto te animes a decirles que «no» a algo, se irán o tratarán de boicotear todo aquello que en un momento aceptaron y aplaudieron.

Evitar el choque y el conflicto debe ser nuestra meta, así como lograr que el agresivo quede libre de su ira y pueda así discernir su dificultad, sus conductas, los conflictos que los originan y entonces resolverlos.

Con una persona violenta siempre es prudente ser razonable y pensar antes de emitir algún vocablo. De esta forma, podremos lograr que el violento confíe en nosotros y deje de sentir que somos su enemigo, convirtiéndonos en su aliado.
Pensemos que a muchas de estas personas no las hemos elegido para crear vínculos interpersonales, amorosos ni amistosos, sino que sólo necesitamos compartir con ellas un espacio laboral o algún encuentro casual si se trata de un integrante de nuestra familia.

«Cuando dejamos morir el bosque, las palabras pierden el sentido.»
Günter Grass

«Las palabras son como las monedas, que una vale por muchas como muchas
no valen por una.»
Francisco de Quevedo y Villegas

Por eso nuestro objetivo es poder relacionarnos de la mejor forma posible, de manera que no nos afecte su trato y podamos optimizar así el trabajo o el tiempo en el que tenemos que estar juntos.
Recordemos alguna de las palabras que nos vendrán muy bien al tener que tratar con una persona violenta:
• Hola
• Gracias
• Por favor
• Vamos por más
• Todo lo que hagas te saldrá bien
• Tú puedes
• Eres capaz
• Dale para adelante
• Confío en ti
• Sé que puedes hacerlo

Frases cortas o simples y palabras breves nos permitirán optimizar el trabajo a realizar de una manera inimaginable, además de crear un clima y un ambiente favorables para la tarea o la relación que estamos estrechando.

3. Estrategias del violento verbal

La persona violenta siempre te hará sentir que eres parte de la guerra que él ha comenzado, y, por sobre todas las cosas, hará lo posible para llevarte a su campo de batalla. Sabe qué decirte, cómo y cuándo, conoce muy bien tu talón
cíe Aquiles. De una u otra forma, su intención es salirse con la suya, inspirarte temor, desarticularte y obtener lo que él quiere por sobre todas las cosas.

«Las primeras palabras que la nodriza del hijo de un rey debe enseñarle son: yo perdono.»

William Shakespeare

Sus métodos:

Una de sus estrategias es tener a flor de piel una sola palabra: «no». A todo dirá que «no», logrando así mostrar su peor cara, intimidando y estableciendo a través de este simple monosílabo el control. Es el tipo de persona a la que le preguntas:
• ¿Te puedo ayudar?» y responde «no»
• ¿Necesitas algo? y su respuesta es «no»
• ¿Te gustó como quedó el trabajo? y otra vez dirá «no»

Todo es un «no»; su primera palabra es «no», lo cual lo convierte en una persona incompetente e incapaz de establecer vínculos interpersonales. Sin darse cuenta, la persona negativa y violenta se va encerrando en un círculo que él mismo crea, espacio en el cual nadie quiere entrar ni participar. Lo peor es que esta misma situación termina haciendo que el violento verbal se sienta solo y rechazado, con lo cual el circuito vuelve a comenzar y su ira aumenta cada vez más.

Las personas negativas tienen como finalidad desmoralizar y paralizar cualquier proyecto o idea que pueda surgir, por eso, cuando estés frente a ellas, aléjate lo más rápido que puedas.

• El tono de voz
Otra de las formas que tienen de demarcar su territorialidad es usar un tono de voz que intimide y frene cualquier respuesta contraria a la que está esperando.
El tono de voz, su gesticulación y la postura corporal que utiliza constituyen una demostración clara de lo que está esperando de nosotros y de lo que desea que entendamos.

Lo que no sabe es que ese permanente tono de voz genera en los otros un constante rechazo y falta de interés hacia todo lo que venga de su parte. Nadie puede querer satisfacer ni agradar a una persona cuyo objetivo es intimidar. Los seres humanos disponemos del instinto de preservación, que es el que nos dice que debemos alejarnos rápidamente de este estilo de personas.

¿Quién querrá elegir libremente trabajar o establecer un vínculo con el que nos ofende, nos manipula, nos degrada, nos menosprecia o nos subestima? En cambio con aquellos que nos proporcionan seguridad, estímulo y energía, la colaboración es mucho más fácil, y el acuerdo y la cooperación mutua, más sencillos de alcanzar.

El violento verbal elegirá con anterioridad y cautela el tono de voz que usará para cada una de sus palabras. El conoce muy bien lo que necesita recibir de ti: respeto, sumisión, y miedo.

¿Cuántas cosas podemos querer insinuar o decir con un determinado tono de voz? Los seres humanos somos capaces de producir, con una misma palabra, diferentes significados: podemos decir «hijita» con la finalidad de demostrar todo el amor que sentimos y podemos decir «hijita» demostrando que ya la paciencia está llegando al límite.

¿Cuántas discusiones o malos entendidos se hubieran evitado si lo mismo que dijimos en algún momento de mala manera lo hubiésemos dicho en un tono más conciliador?

Por cierto, muchas rupturas y relaciones interpersonales podría haber sido óptimas si hubiésemos elegido en su momento el tono de voz conveniente. El modo de hablar denunciará si el comunicador quiere llegar a un acuerdo o si, desde el comienzo de la conversación, intenta comenzar un debate o una guerra.

La ironía y el sarcasmo son ingredientes fundamentales que acompañarán al tono de voz que elegiremos si pretendemos iniciar una larga tiranía. Si optamos por esto, lo que conseguiremos es que el receptor se enfoque en el tono y en el modo en que le transmitimos el mensaje, obviando así el contenido central de la conversación. Ten en cuenta que efusividad, energía, entusiasmo, ira, enojo, contienda, bronca, odio, amor son emociones que podemos no sólo sentir, sino también verbalizar.

Es por eso que cuando somos capaces de transmitir el mensaje verbal quitándole la carga emocional que tiene y enfocándonos sólo en el resultado que queremos obtener, podemos establecer vínculos y conversaciones claras y sanas.

Nuestro tono de voz es un disparador de emociones y, como tal, de respuestas.
En las comunicaciones que establezcamos lo central es poder tener en claro aquello que queremos transmitir y lo que buscamos lograr, para que, de acuerdo a ello, elijamos el tono de voz más conveniente. ¿Qué es lo que quiero
obtener con estas palabras que voy a emitir? ¿Cuáles son las respuestas que estoy esperando?

De acuerdo a ellas el receptor podrá entender y decodificar la clase de mensaje que está recibiendo: si es prioritario o no, si lo acepta o no y si se trata de un mensaje que le transmite fuerza y energía o que, por el contrario, sólo busca la confrontación.

Teniendo en cuenta esta información, tus conductas se volverán más precisas, tratando de hacer todo de la mejor forma posible para alcanzar así el aprecio y la aceptación del otro.

La postura física y los gestos
El violento verbal no sólo manifestará su agresión y su ironía a través de su voz y de sus palabras, sino a partir de su postura física y sus gesticulaciones. Todo su cuerpo estará al servicio de su torbellino verbal. Del mismo modo, observará meticulosamente los gestos y las expresiones de sus interlocutores para aumentar o disminuir su violencia de acuerdo a cómo él evalúa la respuesta que está recibiendo.

Para evitar la confrontación, cuando estés frente a un violento verbal, puedes utilizar la táctica de expresarle que compartes lo que está diciendo, aunque no estés deacuerdo en absoluto con sus declaraciones. También podrás retroceder o volver atrás unos segundos en la conversación y darle a entender con palabras más sutiles lo que él mismo te quiso decir, para que sienta que estás entendiendo su pedido y su discurso. De esta forma, le harás comprender
que con un tono de voz suave la comunicación también es posible y que el mensaje puede ser recibido sin violencia.

Por ejemplo, puedes volver unos instantes atrás y decirle frases como:
• «Lo que me estás diciendo es que … »
• «Entonces, lo que necesitas de mí es que …»

De esta forma, la persona sabrá que su mensaje fue recibido y que tu intención es satisfacer su demanda. Si tus gestos y tus expresiones denotan interés en su pedido, su ira será reducida; de lo contrario, si decides contraatacar, podrá desatarse una guerra.

La persona violenta querrá por todos los medios demostrar quién es el que tiene el poder y el control de la situación, y ese, por cierto, no puedes ser tú. Sin embargo, si aprendes a tratar con gente difícil y complicada, te aseguro que el que tendrá el control y el dominio de la situación serás tú.

Cuando lo logres, el agresor verbal estará en condiciones de razonar tu pedido, y te encontrarás mucho más cerca de poder acordar con él. Si permites que el violento se descargue verbalmente sin interferir en su discurso para a posteriori brindar tus sugerencias, serás capaz de reanudar la conversación en un tono de voz y desde una postura mucho más apacible.

Nuestras expresiones gestuales son una forma de comunicación sumamente importante y relevante en los resultados de la comunicación que obtendremos con estas personas; de ellas dependerá una mayor ira o una mejora en el desarrollo del vínculo interpersonal.

Recuerda que si comienzas la charla con agresión, la respuesta inminente de un ser emocional será también agresiva; en cambio, si te detienes a pensar la mejor forma de tratar con esta persona, es mucho más factible que puedas llegar a un acuerdo sin que nadie salga lastimado. En resumen: antes de hablar tengamos tacto y elijamos la clase de emisores que seremos.

4. Estima a prueba de balas

Ofensas, insultos y agresiones nos bombardean a diario. Hay diálogos que desde que comienzan nos indican que estaremos a punto de atravesar una nueva situación de stress. Sin embargo, si somos inteligentes y astutos podremos mantenerlos en su territorio. Veamos ahora algunas de las posibles respuestas que podemos darle a la agresión verbal, tomando la actitud correcta. Ten en cuenta que una respuesta hábil podrá desarticular al agresor, obligándolo a retroceder en sus ofensas.

En primer lugar, cuando te agredan, contesta algo incoherente y no des valor a la agresión.

Ejemplo 1:
Si el agresor te dice: «Pero qué mal que estás vestido», respóndele: «Ya lo decía mi abuela, tanto va el cántaro a la fuerte que al fin se rompe». Y si te pregunta: «¿Qué quieres decir?» Respóndele: «Ya lo vas a entender, piénsalo».

Ejemplo 2:
– El: ¡Qué distraído que es usted!»
– Tú: «Más vale pájaro en mano que cien volando»
– El: «¿Y eso qué tiene que ver?»
– Tú: «Piénselo»
– Él: «¡Qué cara horrible!»
– Tú: «Una golondrina no hace verano»

Ejemplo 3:- Él: «Estoy harto de tus ineptitudes»
– Tú: «Agua que no has de beber, déjala correr, lo decía mi
papá»

Ejemplo 4:
– El: «¿Dónde tienes la cabeza últimamente?»
– Tú: «Y es como dice el refrán: al que madruga Dios lo ayuda».
No permitas que nadie ni nada te ofenda. El violento verbal debe saber que tú te respetas, y que bajo ninguna circunstancia permitirás ni el abuso ni el maltrato. No pierdas la calma:
• Si te ofendes, te desenfocas del objetivo
• Si te concentras en las emociones y en los demás, perderás de vista tu meta.

Tu vista no debe apartarse de tu sueño El fin del violento verbal es entrar en tu círculo afectivo, porque sabe que si lo logra tendrá autoridad para dirigir tu mente y tus emociones. Por todos los medios tratará de robarte la paz, de llenarte de dudas y de conflictos. El es feliz cuando logra que compres sus mentiras, sus chimentos, su cizaña; cuando llegas a este punto él sabe que ya estás en sus manos:

• Cuando logró que te llenes de broncas y de enojos es porque logró penetrar en tu círculo íntimo.
• Cuando te sientes mal por lo que te dijo y sigues guardando rencor, recordando cada detalle, es porque cediste a su manipulación.
• Cuando estás atento a lo que él tiene para decir antes de poder elegir por ti mismo lo que vas a hacer, él logró su objetivo Muchas veces esta intención no es obvia sino que se realiza a través de la manipulación; lo importante es que una vez que descubres su accionar, le pongas límites. Nosotros somos quienes debemos definir nuestra posición: qué es lo que permitiremos y qué no.
«La consecuencia menos óptima de nuestras reacciones ante los individuos que son leones tal vez deriva de la suposición de que éstos son indomables, bien sea por su título, su categoría, su personalidad o incluso por el séquito del que siempre ven rodeados, al parecer, para protegerlos.»

«La discreción en las palabras vale más que la elocuencia.»
Francis Bacon, barón de Verulam

Comencemos a domar a las fieras: «La ventaja del domador consiste en que éste tiene la inteligencia para estudiar a los leones individualmente.»

• En primer lugar sé indiferente, haz como si el otro no existiese; de esa forma él no tendrá lugar para entrometerse en tu vida. La indiferencia te permitirá levantar un muro,contra el cual ni el miedo ni el enojo lograrán convertirse en ese estreptococo emocional que se instala para quedarse a vivir y dirigir tus emociones.
• Date tiempo. No tomes decisiones bajo presión ni lleno de enojo, tristeza, bronca o ira. Todas las emociones son pasajeras. Piensa y luego actúa.
• Controla las acciones para crear nuevas emociones. En muchas ocasiones, las emociones se tornan incontrolables pero con esfuerzo podemos accionar voluntad y dominio propio, elementos necesarios para generar sensaciones nuevas y positivas.

Ahora bien, si la demanda que se te realiza es cierta y justificada, no siéndolo ni la agresión ni la ira, sería bueno que:
• Admitas tu equivocación.
• Manifiestes, brevemente, qué fue lo que aprendiste de la experiencia.
• Digas qué es lo que harás de modo diferente en el futuro para impedir que una situación tan desagradable vuelva a suceder.
No perdamos el control de la situación: con serenidad y en paz se toman las mejores decisiones. Cuanto mayor sea la claridad con la que podamos enfocarnos, mayores serán los beneficios a lograr.

5. Violencia cotidiana
Todos pasamos por esos días malos en los que nos preguntamos: «¿Para qué me habré levantado?» Desde que comienzas tu jornada todo puede ocurrir: sales a la calle, paras al colectivo y el chofer te grita que te apures cuando es él quien se detuvo a dos metros de la parada; llegas a tu oficina y tu jefe, de mala manera, te da el listado de todo lo que debes hacer en el día; un compañero de trabajo te empuja y te dice que te corras de mala forma, y esto es nada más el principio: pura violencia, como si el maltrato y las malas contestaciones cotidianas fueran comunes y debiésemos acostumbrarnos a ellas.

Socialmente, expresar la ira es algo permitido para los hombres; sin embargo no lo es tanto para las mujeres, a quienes se les enseña a no perder la calma y los buenos modales. Como decíamos esto no es así con los hombres, a quienes se los estimula para que manifiesten su enojo. Es más, pareciera que se es más macho si se es más violento o iracundo; por el contrario, los pacíficos o tranquilos muchas veces son tildados de amanerados o femeninos.

Sin embargo, ninguno de estos mandatos culturales tienen real asidero: hombres y mujeres podamos expresar lo que nos enoja o disentir en aquello con lo que no estamos de acuerdo; el tema es encontrar la forma correcta para dar a conocer nuestras opiniones y emociones.

El sentirnos imposibilitados de no poder responder correctamente a la violencia que el otro ejerce sobre  la gente que no puede soportar, nuestras vidas nos llena de frustración, angustia y hasta muchas veces de resentimiento. Sin darnos cuenta, la violencia verbal recibida, paulatinamente nos lastima y nos descalifica, colocándonos en un lugar de letargo y adormecimiento donde nada pasa.

Piensa en alguna situación de enojo que hayas vivido: ¿no dijiste alguna vez? «¡mejor no le contesto!» y acumulaste más bronca? En ese caso, seguramente preferiste dejar pasar las cosas, a expresar la ira y el enojo. Tal vez escondiste ese dolor y esa ira, tratando de no ocasionar más problemas, más crisis, cediéndole así más poder al agresor de turno.

Por lo general, los no violentos toleramos, soportamos, aguantamos y no expresamos ni nos deshacemos de esa violencia verbal que a diario recibimos.

Aldoux Huxley decía: «Los hechos no dejan de existir por el simple hecho de ignorarlos. «Tú no puedes vivir la vida aceptando la violencia que otros ejercen sobre tu existencia: necesitas aprender a liderar tu propio destino y a poner límite a la agresión verbal que recibes a diario.

Poder poner límites a la ira y a la violencia verbal es salud. Encontrar el momento y el lugar correcto donde poder hablar acerca de lo que nos sucede es saludable. Necesitamos aprender a descargar nuestra ira en sanas condiciones. La violencia verbal debilita nuestro interior y nos hace sentir no aptos para alcanzar todo aquello que queremos lograr. Tal vez te preguntes: «¿A partir de cuándo dejé que esto me pasara?» Lo más probable es que la desvalorización haya comenzado con severas críticas de aquellos a quien nosotros mismos le dimos el poder de lastimarnos.

Identifica cada palabra que te molesta y te lastima y no te permitas recibirla más. Enfrentar el camino más largo a veces es más cansador y requiere de mayor perseverancia, pero seguramente te llevará al éxito.

Necesitas enfrentar lo que te perjudica, no esperes que lo haga el otro. Tu objetivo es liquidar esa violencia que los demás ejercen o ejercieron sobre ti, evitar dañar tu estima y tu identidad. Al violento le sirve ser como es, le trae beneficios, pero ¿a ti?
Claro que no te trae beneficios, sino menosprecio y desvalorización.
• ¿Por qué no podemos contestarle a ese jefe malhumorado?
• ¿Por qué no podemos poner límite al maltrato emocional y a la manipulación verbal?
El problema siempre es interno, no externo y nos urge resolverlo desde adentro, sin esperar que sea el otro el que cambie. Tu mejoría no depende de los exámenes de conciencia ajenos; hay un momento en que es necesario responder. La meta es aprender a expresar la ira.

Necesitamos diferenciar cuándo nos callamos por sabiduría y cuándo lo hacemos por temor a expresar lo que sentimos. Reconoce toda palabra que te lastima y recházala; aprende a aceptar todo lo que te promueve y te estimula, a concretar tus sueños y tus objetivos.

Hermann Hesse, decía: «Yo soy un hombre que sabe. He sido un hombre que busca, y aún lo soy, pero ya no busco en las estrellas ni en los libros: empiezo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mi interior».

Poner un freno a la violencia verbal mejora y sana nuestra estima, nos habilita a elegir correctamente y a estar en paz con nosotros mismos.

6. Saliendo del maltrato y la violencia verbal 

En reiteradas oportunidades las personas violentas despiertan nuestros peores instintos: cuando entran en acción, nuestra paciencia llega a un límite, mientras nuestro pensamiento reiterativo apunta sin éxito a poder entender el porqué de su agresión, de su manipulación y de su confrontación permanente. Nos preguntamos sin cesar: «¿Por qué no podemos vivir en paz?»

Siento decirte que el violento verbal sólo podrá cambiar su actitud si él mismo decide hacerlo, por lo cual es importante que tú, que ya te diste cuenta de que la situación está en el límite, puedas ser libre de esa violencia y de todo vínculo
interpersonal que te resta y no suma nada a tu vida.

Frente a los ataques verbales, las personas solemos reaccionar de varias maneras:
• Devolvemos el ataque
• Damos una explicación a cada una de las manipulaciones
• Permanecemos inertes y hacemos de cuenta que nada está pasando y nada nos ofende
• Dejamos en claro que vamos a defendernos de todos los dichos y acusaciones
• Vamos directamente a la cuestión sin recordar ni sacar «viejos trapitos» al sol
• Nos mantenemos firmes en nuestras convicciones, sin salimos de nuestro objetivo
• Tomamos aire, llenamos los pulmones, contamos 1-2-3 y entonces respondemos
• Contestamos pero sin llenarnos de la misma bronca e ironía que el agresor
• Simplemente preguntamos:
– ¿Deseas algo más?
– ¿Lo que usted me está pidiendo es que le entregue este trabajo en 30 minutos?
– Ok, lo que usted me está queriendo decir es que no está este plan como usted lo esperaba, ¿me podría decir cuál es el formato que desea?

Los escritores Rick Kirschner y Rick Brinkman en su libro «Cómo tratar con gente a la que no puede soportar» sugieren este breve pero eficaz plan de acción:
1. Vigile su tono de voz
2. Manifieste su intención positiva
3. Interrumpa las interrupciones con tacto
4. Cuente su verdad
5. Esté dispuesto a escuchar

Estando tú en control de las circunstancias, el violento deberá detener su artillería y poner fin al ataque. En esta instancia, sabrá que fue descubierto. Unirte a su agresión es errar en el blanco: lo peor que puedes hacer es devolver
violencia contra violencia. Al no encontrar un receptor que le retribuya con su misma moneda, el emisor quedará desequilibrado, y con esa actitud lo llevarás a pensar y a que pueda darse cuenta de que no entras en su juego, con lo cual estará obligado a encontrar otra forma de comunicarse contigo.

Todos necesitamos ser escuchados, atendidos, ser tenidos en cuenta, aún esa misma persona que pareciera que no necesita a nadie más que a sí mismo. En medio de la violencia y con una actitud sana e inteligente de parte tuya, el agresivo deberá decidir si prefiere seguir en la soledad emocional en la que la cual ha decidido recluirse, o si, de lo contrario, se abre para establecer diálogos.

7. Ocho principios para salir de la agresión verbal
Si sabes cuál es tu posición, nadie podrá lastimarte y las palabras de los demás serán simplemente eso: «palabras.»
1. En el área en la que te agredan emocionalmente, verás mejoras del 100 %: cada vez que te agredan y puedas salir airoso de ese ataque verbal, habrás crecido y te habrás fortalecido cada vez más, y eso significará que nadie más podrá herirte ni desenfocarte de tu objetivo.

2. Los manipuladores te ayudarán a entrar un nivel en el cual nadie más podrá lastimar tu corazón: los manipuladores emocionales no pueden hacemos abortar nuestro futuro, sino anunciar lo que está por llegar. Digan lo que digan, cuando seas libre del maltrato emocional, nadie podrá lastimarte. No basta con decir: «Soy jefe y me tienen que obedecer», un jefe necesita, además de tener esa autoridad que emana del cargo que ocupa, poseer la autoridad que emana de ser un líder competente que sabe llevar a su equipo hacia el logro de metas, objetivos y desafíos. La autoridad adquirida es aquella que consigues cuando permites que tu carácter sea formado. La autoridad adquirida es la que ganas por ti mismo.

3. La agresión indica que el sueño y el éxito se activaron en tu vida: la agresión recibida te permitirá hacer madurar tu carácter, liberarte de las culpas profundas y aprender a rechazar el rechazo. La agresión viene a nuestra vida para hacernos madurar, obtener autoridad de carácter y así entrar a nuevos niveles de relaciones y de poder. El agresor verbal tiene como objetivo hechizarte. Pero no son los brujos los que hacen los hechizos ni los encantamientos, sino que son las palabras las que nos congelan, nos anulan y nos afectan para impedirnos acceder a nuevos niveles de oportunidades y de éxito.

4. Hay que agradecer a los agresores, porque nos enseñan con quien no debemos juntarnos: si alguien te agrede di: «Gracias» y agrega: «Gracias porque de ti no tengo nada que esperar, buscaré mi cosecha en otro.» Tus agresores te
están ahorrando tiempo y a la vez enseñándote quiénes no son las mejores personas que sumarán valor a tu vida.
5. Los agresores deben recordarte que no hay que agradar a todos: no nos sirve vivir de la imagen y pretender estarbien con todos. Un predicador de California dijo: «¿Hiciste la lista de las personas con las que estás dispuesto a fracasar? Habrá gente que estará en tu lista de fracasos y otra en tu lista de éxitos.
6. La agresión verbal es la indicación de que lo ilimitado está hecho para ti y lleva tu nombre: «las palabras de los sabios son clavos puestos correctamente»,
dice Salomón. El agresor verbal querrá tenerte acorralado contra las cuerdas del cuadrilátero.

El agresor querrá encerrarte y delimitarte en estructuras viejas y obsoletas, te preguntará: «¿Eres liberal o conservador? ¿de derecha o de izquierda? ¿abolicionista o racista?» La palabra expansiva duele; cuando un maestro de la palabra te desafía, duele. «Las palabras son como aguijones y fieles son las heridas del que ama», dice también Salomón. Esto significa que una palabra de sabiduría podrá herirte pero servirá para que te expandas, para que recuerdes que siempre hay más.

7. La agresión verbal será un indicativo de quiénes serán los que te acompañarán hasta la meta, a recorrer la milla extra frente a la manipulación, el maltrato y la violencia verbal sabremos quiénes serán los que nos ayudarán a alcanzar nuestros objetivos y quiénes no lo harán. Cuando tus sueños y tus proyectos son ilimitados, resulta indispensable identificar a aquellos que te acompañarán en tu camino.

La historia de Gedeón, un guerrero de la antigüedad, cuenta que este hombre debía pelear contra un pueblo poderoso. Hete aquí que cuando hizo el recuento de sus soldados se dio cuenta de que tenía sólo 32000 hombres, y que muchos de éstos no eran aptos para la guerra. Al comunicarle la información a su jefe, éste le dijo: «Despide a los que tienen miedo», a lo que Gedeón respondió: «Señor, ¿por qué?, el ejército enemigo es muy poderoso en número y armamento». Entonces su superior le dijo: «Porque cuando vayas a la guerra te abandonarán». Entonces Gedeón hizo sus averiguaciones y, tras sus acciones, quedaron en su ejército sólo unos miles de soldados. Entonces su jefe le volvió a hablar y le dijo: «Con éstos tampoco podrás ir a la guerra porque la mayoría es cobarde. Diles que tomen agua.

Los que lo hagan como soldados, serán los valientes que irán contigo; los que la beban como perros, deberán volverse a casa.» Entonces Gedeón dio la indicación y despidió a los que bebieron como perros. En su ejército quedaron sólo trescientos hombres. A la guerra fue sólo con ellos y ganó. Esta es una historia acerca de las elecciones generadoras de éxitos y de fracasos.

8. La agresión verbal extenderá tu mente o la limitará según cómo la proceses: el ataque verbal intentará bloquear tu potencial y los sueños que tienes por delante. Las palabras de sabiduría, de aliento, de estima, son inspiradoras y te harán extender los sueños y las visiones de forma ilimitada.

La lengua apacible es el árbol de vida, el hombre apacible se alegra con la respuesta de su boca y sus logros son incalculables. «La lengua de los sabios es medicina.»

Capìtulo 4. Bernardo Stamateas, Gente Tóxica.