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Anteriormente hemos planteado la cuestión de si algunos de los documentos citados por los sacerdotes de Sais, y que vieron Solón y Crantor, pueden existir aún.
Acabamos de ver cómo los acontecimientos descritos por Platón se remontan a los albores de la Edad del Hierro, es decir, hacia finales del siglo XIII antes de Jesucristo. En estas condiciones tendremos que ver si existen papiros u otra clase de documentos de este período que sean susceptibles de confirmarnos los indicios que nos da Platón en su relato.
Efectivamente, hay toda una serie de monumentos —papiros e inscripciones— de aquel tiempo. Citemos algunos de ellos:
1. Las inscripciones relativas al reinado del faraón Meneptah (1232-1214 a. C.): la de Karnak y la estela de Atribis.
2. Las inscripciones y las esculturas del templo de Ramsés III (1200-1168 a. C.) de Medinet-Habú. Se trata de miles de jeroglíficos y bajorrelieves que se extienden sobre muros de centenares de metros cuadrados. Cubren por entero las paredes y las columnas del templo.
3. El papiro Harris, el más importante documento que nos ha legado el antiguo Egipto, rollo de unos treinta y nueve metros en que se da cuenta del período gubernamental de Ramsés III.
4. El papiro Ipuwer, en el que un testigo presencial de las terribles catástrofes que se abatieron sobre Egipto hace reproches al rey y le acusa de ser el responsable de la calamidad colectiva que su pueblo tuvo que soportar. Erman remonta la edad de este papiro hacia el año 2500 antes de Jesucristo. Pero es una datación errónea. En el papiro Ipuwer se habla del bronce, por lo que debe situarse dentro de esta Edad, que para Egipto debe limitarse entre el 2000 y el 1000 antes de Jesucristo. Más adelante se habla en él del «reino de los Keftiu», expresión que en los documentos egipcios aparece solamente a partir de la dieciocho dinastía (1580-1350 a. C.). La concordancia relativa entre las descripciones de las catástrofes naturales y de la invasión del delta del Nilo por pueblos extranjeros, igual que los descritos en Medinet-Habú y en los papiros Harris e Ipuwer, prueban que este último texto fue redactado sensiblemente en el mismo período que sus precedentes, es decir, hacia el año 1200 antes de Jesucristo.
5. Ciertos pasajes del Antiguo Testamento, principalmente del libro del Éxodo, y su compulsación con los precedentes documentos, demuestran que estos pasajes de la Escritura se refieren a acontecimientos producidos en la misma época.
En el Éxodo se relata la huida de Egipto de los hijos de Israel y de las terribles plagas que azotaron a Egipto y que permitieron la salida de aquéllos del valle del Nilo. Estos hechos se produjeron entre el año 1232 y el 1200 antes de Jesucristo. En el Éxodo (I, 2) se precisa que durante su esclavitud, el pueblo de Israel tuvo que «construir las ciudades de Pithom y de Ramsés para almacenes del faraón». Ambas ciudades fueron efectivamente construidas en el reinado de Ramsés II (1298-1232 a. C.). Pithom fue erigida en el oasis Tumilat, lugar estratégico que cierra la vía de acceso natural de Asia a Egipto, como una fortaleza avanzada y de protección. Y Ramsés, nueva residencia imperial, a la que el faraón dio su nombre, fue levantada en el delta del Nilo. El faraón de la servidumbre es, pues, este mismo Ramsés II, el fundador de Ramsés y de Pithom.
Ahora bien, en el Éxodo (II, 23) se dice que Ramsés II murió antes de la partida de los israelitas de Egipto y antes de que tuvieran lugar las calamidades naturales conocidas como las diez plagas de Egipto. El soberano que fue contemporáneo del éxodo de los judíos era, pues, uno de los sucesores de Ramsés II. En el reinado de Ramsés III (1200 a. C.), Egipto estaba completamente arruinado.
He aquí, pues, la prueba de que las calamidades de que se habla en el Éxodo tuvieron lugar entre el año 1232 y el 1200 antes de Jesucristo. Actualmente los arqueólogos están de acuerdo en fijar como fecha los alrededores del año 1220, cosa que parece ser la más verosímil. Lo cierto es que el Éxodo describe muy bien los cataclismos a que se hace referencia en los papiros egipcios contemporáneos aludidos en el relato de Platón.
6. Numerosísimos pasajes de obras de escritores y poetas de la antigüedad vienen a corroborar estos documentos. Sin embargo, dada la imposibilidad en que nos encontramos de situarlos exactamente en el tiempo, no haremos alusión a ellos sino en caso excepcional.
7. A mayor abundamiento, disponemos de un vasto conjunto de pruebas arqueológicas y numerosísimas constataciones científicas que confirman los datos proporcionados por los papiros y por el relato platónico.
Tomado de: Jürgen Spanuth:La Atlántida